SANTAS COMPAÑAS

Pasa la Santa Compaña con sus lamentos, pasan al ritmo penitente de tambores de tacón y roca, de la piel tensada de una cabra vieja.
Chapoteos de cuero y barro, mil pasos de castigo para las ánimas en pena que solo descansan cuando tu descanses.
Llegan con la muerte, presentadas al mundo de los vivos por los enloquecidos aullidos de los perros para anunciar a casas y caseros la llegada de su señora.
Son estos los alardes del tiempo, son los ecos de aquellas cosas en las que creíamos los hombres antes de que nos las prohibiesen.
Tan aficionados nosotros, seres humanos, a pensar que el cielo repudia nuestra carne, que el infierno la ansía, que los ángeles envidian la humanidad latente entre nuestras piernas y que los demonios la hacen suya mediante la posesión incestuosa.
Mediante el robo traicionero de ese último instante muerto a gritos.
Y estos son los mundos que trascienden la materia, las realidades que creamos para escapar de esta esquina de barrio.
para salir disparados del marco incomparable que unos locos pintan para que sobre sus muros nunca falten ni una luna ni un sol.
Para que nuestras santas compañas puedan venir a encontrarse con nosotros en cualesquiera noches en hipotéticos días.
Mas llegaron las mentiras con las lluvias de otoño, el olvido a resbalar sobre los cristales de nuestras ventanas para llenar nuestros vacíos de nostalgia, de recuerdos que no recordamos porque han convertido los pinceles en pecados y a los locos en herejes; los han queméisado delante de nuestras casas y han llamado a la santa compaña mentira.
Hemos llenado nuestro alma de mentiras para no tener que llorar más, hemos pagado con nuestras lunas y nuestros soles el precio por un segundo más de vida.
Y lo más triste es que hemos llenado aquellos muros de falacias, de amuralladas casitas de colores, de refugios y recogimiento donde podamos vivir estas vidas estridentes y cantar nuevas canciones que no significan nada mientras nubes gordezuelas lo inundan todo con su estúpido matiz.
¿En qué ocupa ahora su miedo el herrero, el carpintero, el destripaterrones?
¿Ya no campa por nuestros caminos aquella santa compaña?
Ciertamente lo hace, ciertamente siguen con su recorrido eterno.
Nosotros ya no pintamos de noche los días y los soles discurren uno tras otro, pero todo sigue igual, cumpliendo con su destino.
No levantes la mirada dice el jaculatorio emborronado por la niebla de abril; y sus pies postrado hay un nido vacío que atiborra el frío de ausencias.
¿Cuando volveréis Santas Compañas a consolar nuestros males?
¿Necesitáis acaso que el corazón del hombre pierda el miedo y os nombre más?
Un día lo haremos, un día dejaremos de comparar lo bueno y lo malo con lo oculto.
Un día volveremos a escuchar pasos y campanillas, un día luces de candiles flotarán en las encrucijadas y volveremos a pintar verdades falsas sobre las mentiras certeras.
Volverán las almas en pena a danzar sobre las llamas azules de la queimada, volverán a sobrecoger sus espíritus aquellos versos mascullados, sortilegio alcoholico que tanto os llena de espanto.
Y beberemos, brindaremos por vosotros.
Y por nosotros.